Hace ya casi dos años, unos nenes muy pequeñitos, al menos así lo sentía en esos momentos, se colocaron sentados por primera vez delante mía, mientras que yo me echaba las manos a la cabeza al pensar en todo el trabajo que me quedaba por hacer.
Sin embargo, el tiempo transcurrió y, poco a poco, se fueron convirtiendo en una parte muy importante de mi ser. Incluso ahora que la historia va a terminar, algo que brota de lo más profundo de mi interior, me susurra al oído que es una pena que se vayan tan pronto porque aún nos quedaba mucho camino por recorrer juntos.
Pero la vida es así, y estoy seguro de que la nueva etapa que van a iniciar les deparará numerosas cosas hermosas y preciosas. Y es que los retos y metas a los que van a enfrentarse les ayudarán a ser hombres y mujeres de bien, que es a lo que aspira cualquier maestro que sueñe con educar para la vida.
Un saludo, Kino.
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